viernes, 14 de julio de 2017

CONCEPTOS SOBRE PROPIEDAD INDUSTRIAL (I):

“EL CONCEPTO: ¡ESA ES LA CUESTIÓN!”

Recuerdo aquella secuencia de la película “AIRBAG” de Juan Manuel Bajo Ulloa (la recomiendo), en la que Manuel Manquiña citaba tal afirmación de forma categórica en el contexto de una fantasía descabellada. Aquella palabra parecía constituir un “leiv motiv” durante todo el metraje.

Sin embargo, no andamos mal encaminados si llevamos tal afirmación al terreno de lo axiomático pues, cualquier idea, pensamiento, descubrimiento científico, creación intelectual o de aplicación industrial, tiene su principio o su fin en un determinado concepto.

Las referencias más fieles atribuyen el significado de la palabra “concepto” a cualquier idea que puede formar el entendimiento (Ej.: “Concepto de Variable Real”); o a cualquier conclusión tras examinar determinadas circunstancias (Ej.: “Concepto de competencia desleal”).

También a una opinión, juicio o crédito que se tiene sobre alguien o algo (Ej.: Un elevado concepto de sí mismo”); o a un aspecto, calidad o título (Ej.: “En concepto de alquiler”), o una representación mental asociada a un significante lingüístico (Ej.: “Un nuevo concepto de automóvil”).

En cualquier caso, el “concepto” constituye el principio y el final de una forma de entender la realidad lo que, visto desde la perspectiva de la actividad económica, nos lleva a plantearnos interrogantes esenciales sobre el producto o servicio con el que participamos en nuestro ecosistema.

Porque … ¿Qué concepto es el que sustenta nuestra actividad económica, y qué lugar ocupa en el tráfico económico?;
Más aún: ¿Qué concepto es el que apoya nuestro producto o servicio?; ¿Qué necesidad satisface y qué función cumple en la sociedad?

LLegados a este punto, reflexionar sobre estos aspectos, bien pudiera aportar valor sobre nuestra actividad, lo que repercutirá de forma positiva sobre la sociedad y, en última instancia, sobre nuestros ingresos.

Porque, analizando aspectos relacionados con el volumen de negocio, facturación, ingresos, beneficios y, principalmente, volumen de ventas, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué valor aporta nuestro producto o servicio en el mercado?

Esta cuestión es tan particular y contextual que sería necesario fuera evaluada por cada participante (entendiendo el término “participante” como el titular, gerente o personal a cargo de cada negocio). Sin embargo, puede ser que existiera un factor común para todos los casos:

Resultaría interesante evaluar el impacto que pueda causar determinado producto o servicio y su “reputación”, entendiendo este concepto, no desde la calidad, sino desde la acogida en el mercado por parte del gran público que, al fin y al cabo, es nuestro objetivo último.

Entendiendo que el factor calidad cumple con lo exigido por los estándares establecidos y lo exigible por parte del consumidor final, el concepto de “reputación” adquiere un peso específico propio que pudiera determinar el impacto y la acogida de un producto o servicio, en mayor o menor medida, y en detrimento de otros de igual naturaleza.

Cabe preguntarse sobre este aspecto: ¿Por qué determinados productos o servicios destacan sobre otros de igual naturaleza, y que compiten en igualdad de condiciones?; Más aún: ¿Como distinguir una actividad económica de otras de igual naturaleza? y ¿Cómo distinguir un producto o servicio de otros que compiten dentro del mismo ecosistema?, Y, sobre todo: ¿Qué debo hacer para que mi producto o servicio destaque sobre todos los demás?

Probablemente la primera idea que se nos pase por la cabeza sea la de una buena estrategia de marketing y de publicidad. De alguna manera, estaríamos en lo cierto. Sin embargo, debajo de todo esto subyace el factor clave que da valor a cualquier estrategia y, sin el cual, cualquier movimiento en esta dirección podría incurrir en riesgos innecesarios para nuestra actividad, que podrían derivar, a su vez, en serias dificultades financieras.

LLegando al fondo de la cuestión, aquí es donde se empiezan a introducir los “conceptos” relacionados con estos aspectos y que regulan la forma de distinguir determinada actividad de otras y determinados productos o servicios de otros, todos ellos de igual naturaleza, y que compiten dentro de un mismo ecosistema.


Tales conceptos son la “Propiedad Industrial” y sus “títulos” o “derechos”.

lunes, 19 de junio de 2017

Buenas tardes:
Ante todo me presentaré. Mi nombre es Carlos Agudo Hill. Soy redactor, registrador y tramitador de patentes y poseo una agencia de patentes y marcas en Sevilla cuyo nombre es PAYMASUR. He querido que fuese el acronimo de PAtentes Y MArcas del SUR. Bueno, en realidad, no fue idea mía, pero  fue de mi hermana, asi que ,digamos que, todo queda en familia. En mi trabajo al frente de esta Agencia junto con mi amigo y socio Joaquin Castro Herrera, gran conocedor del mundo de la Marca y que escribirá sobre éstas en venideras entregas de este bloc siempre me he encontrado la persona asustada en  tanto en cuanto que se le habla de patentar su idea. Incluso en mi localidad, pequeño pueblo de unos seis mil habitantes, les atemoriza la idea de contarla a ninguna persona que no sea sus allegados más íntimos por aquello de que se entere alguien que les pueda robar esa idea. Ante todo diré que las agencias de patentes y marcas son absolutamente profesionales en cuanto a la divulgación de un secreto como puede ser una invención. Para ello yo cuento, por ejemplo,  con un Compromiso de Confidencialidad que es una especie de contrato donde se reflejan las dos partes contratantes que son, por un lado el inventor y por otro la Agencia, comprometiéndose esta última y en nombre de todos sus miembros a no divulgar la invención en ningún caso puesto que ya sabemos que la ley, con respecto a las patentes es muy clara y por otro sabemos que  la conformación de la solicitud de patentes se puede alargar una semana o diez días no más. Esto significa que los profesionales de patentes; de su registro, confección, incoacion y tramitación somos profesionales desde el primer acto que es la confidencialidad del invento que se nos entrega y que nosotros vamos a efectuar que se convierta en una PATENTE DE INVENCIÓN   o un MODELO DE UTILIDAD. La profesionalidad esta ante todo. Yo quiero que una patente tome cuerpo y sea grande, de la misma manera que un medico quiere curar a un enfermo y el que toca el tambor quiere que el tambor suene. Por simple PRO-FE-SIO-NA-LI-DAD. Este es el motivo y no otro. Evidentemente mi Agencia perdura gracias a que guardo la confidencialidad de la misma manera que un banquero no se va con todo el dinero depositado en su banco si no que desea que hay mucho deposito para generar mas dividendos y que su banco crezca. Pues igual nuestra Agencia.