CONCEPTOS
SOBRE PROPIEDAD INDUSTRIAL (I):
“EL
CONCEPTO: ¡ESA ES LA CUESTIÓN!”
Recuerdo aquella secuencia de la
película “AIRBAG” de Juan Manuel
Bajo Ulloa (la recomiendo), en la que Manuel Manquiña citaba tal afirmación de
forma categórica en el contexto de una fantasía descabellada. Aquella palabra
parecía constituir un “leiv motiv” durante todo el metraje.
Sin embargo, no andamos mal
encaminados si llevamos tal afirmación al terreno de lo axiomático pues,
cualquier idea, pensamiento, descubrimiento científico, creación intelectual o
de aplicación industrial, tiene su principio o su fin en un determinado
concepto.
Las referencias más fieles atribuyen
el significado de la palabra “concepto” a cualquier idea que puede formar el
entendimiento (Ej.: “Concepto de Variable Real”); o a cualquier conclusión tras
examinar determinadas circunstancias (Ej.: “Concepto de competencia desleal”).
También a una opinión, juicio o
crédito que se tiene sobre alguien o algo (Ej.: Un elevado concepto de sí
mismo”); o a un aspecto, calidad o título (Ej.: “En concepto de alquiler”), o
una representación mental asociada a un significante lingüístico (Ej.: “Un
nuevo concepto de automóvil”).
En cualquier caso, el “concepto”
constituye el principio y el final de una forma de entender la realidad lo que,
visto desde la perspectiva de la actividad económica, nos lleva a plantearnos
interrogantes esenciales sobre el producto o servicio con el que participamos
en nuestro ecosistema.
Porque … ¿Qué concepto es el que
sustenta nuestra actividad económica, y qué lugar ocupa en el tráfico
económico?;
Más aún: ¿Qué concepto es el que
apoya nuestro producto o servicio?; ¿Qué necesidad satisface y qué función
cumple en la sociedad?
LLegados a este punto, reflexionar
sobre estos aspectos, bien pudiera aportar valor sobre nuestra actividad, lo
que repercutirá de forma positiva sobre la sociedad y, en última instancia,
sobre nuestros ingresos.
Porque, analizando aspectos
relacionados con el volumen de negocio, facturación, ingresos, beneficios y,
principalmente, volumen de ventas, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué
valor aporta nuestro producto o servicio en el mercado?
Esta cuestión es tan particular y
contextual que sería necesario fuera evaluada por cada participante (entendiendo
el término “participante” como el titular, gerente o personal a cargo de cada
negocio). Sin embargo, puede ser que existiera un factor común para todos los
casos:
Resultaría interesante evaluar el
impacto que pueda causar determinado producto o servicio y su “reputación”,
entendiendo este concepto, no desde la calidad, sino desde la acogida en el
mercado por parte del gran público que, al fin y al cabo, es nuestro objetivo
último.
Entendiendo que el factor calidad
cumple con lo exigido por los estándares establecidos y lo exigible por parte
del consumidor final, el concepto de “reputación” adquiere un peso específico
propio que pudiera determinar el impacto y la acogida de un producto o
servicio, en mayor o menor medida, y en detrimento de otros de igual
naturaleza.
Cabe preguntarse sobre este aspecto:
¿Por qué determinados productos o servicios destacan sobre otros de igual
naturaleza, y que compiten en igualdad de condiciones?; Más aún: ¿Como
distinguir una actividad económica de otras de igual naturaleza? y ¿Cómo
distinguir un producto o servicio de otros que compiten dentro del mismo
ecosistema?, Y, sobre todo: ¿Qué debo hacer para que mi producto o servicio
destaque sobre todos los demás?
Probablemente la primera idea que se
nos pase por la cabeza sea la de una buena estrategia de marketing y de
publicidad. De alguna manera, estaríamos en lo cierto. Sin embargo, debajo de
todo esto subyace el factor clave que da valor a cualquier estrategia y, sin el
cual, cualquier movimiento en esta dirección podría incurrir en riesgos
innecesarios para nuestra actividad, que podrían derivar, a su vez, en serias
dificultades financieras.
LLegando al fondo de la cuestión,
aquí es donde se empiezan a introducir los “conceptos” relacionados con estos
aspectos y que regulan la forma de distinguir determinada actividad de otras y
determinados productos o servicios de otros, todos ellos de igual naturaleza, y
que compiten dentro de un mismo ecosistema.
Tales conceptos son la “Propiedad
Industrial” y sus “títulos” o “derechos”.